El Ángel de Jehová exhorts a Israel
(2:2) Con tal que vosotros no hagáis alianza con los moradores de aquesta tierra, cuyos altares habéis de derribar: mas vosotros no habéis atendido á mi voz: ¿por qué habéis hecho esto? (2:3) Por tanto yo también dije: No los echaré de delante de vosotros, sino que os serán por azote para vuestros costados, y sus dioses por tropiezo. (2:4) Y como el ángel de Jehová habló estas palabras á todos los hijos de Israel, el pueblo lloró en alta voz. (2:5) Y llamaron por nombre aquel lugar Bochîm: y sacrificaron allí á Jehová.
Muerte de Josué
Israel se torna desleal
(2:14) Y el furor de Jehová se encendió contra Israel, el cual los entregó en manos de robadores que los despojaron, y los vendió en manos de sus enemigos de alrededor: y no pudieron parar más delante de sus enemigos. (2:15) Por donde quiera que salían, la mano de Jehová era contra ellos para mal, como Jehová había dicho, y como Jehová se lo había jurado; así los afligió en gran manera.
Dios suscita jueces a Isael
(2:20) Y la ira de Jehová se encendió contra Israel, y dijo: Pues que esta gente traspasa mi pacto que ordené á sus padres, y no obedecen mi voz, (2:21) Tampoco yo echaré más de delante de ellos á ninguna de aquestas gentes que dejó Josué cuando murió; (2:22) Para que por ellas probara yo á Israel, si guardarían ellos el camino de Jehová andando por él, como sus padres lo guardaron, ó no. (2:23) Por esto dejó Jehová aquellas gentes, y no las desarraigó luego, ni las entregó en mano de Josué”.  Jueces 2:1–23
El capítulo dos de los Jueces nos da prácticamente un bosquejo, o resumen de todo el libro. Este de los versos 18 y 19 explica lo que Dios mediante seguimos estudiando en las semanas que vienen; “Y cuando Jehová les levantaba jueces, Jehová estaba con el juez, y los libraba de mano de los enemigos todo el tiempo de aquel juez; porque Jehová era movido a misericordia por sus gemidos a causa de los que los oprimían y afligían. Mas acontecía que al morir el juez, ellos volvían atrás, y se corrompían más que sus padres…” Así la triste senda de apartar de los caminos de Moisés y Josué empezaron muy pronto después de la muerte de Josué y la promesa del pueblo en el último capítulo de Josué; “El pueblo entonces dijo a Josué: No, sino que a Jehová serviremos. Y Josué respondió al pueblo: Vosotros sois testigos contra vosotros mismos, de que habéis elegido a Jehová para servirle”.
Así el capítulo nuestro empieza con algo que pasó después de sus primeros pasos apartando de Jehová aunque los versos se encuentra en la primera parte del capítulo.
“El ángel de Jehová subió de Gilgal a Boquim, y dijo: Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado a vuestros padres, diciendo: No invalidaré jamás mi pacto con vosotros, con tal que vosotros no hagáis pacto con los moradores de esta tierra, cuyos altares habéis de derribar; mas vosotros no habéis atendido a mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto”?
¿Por qué subió el ángel de Gilgal? Gilgal era el lugar donde los Israelitas se circuncidaron cuando cruzaron el rio Jordan, y el lugar donde regresaron cada vez que ganaron una batalla en los tiempos de Josué. Como notamos en nuestro estudio de Josué, Gilgal es por el creyente la muerte del viejo hombre. “En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo”. Colosenses 2:11 Es una responsabilidad continua, pues sabemos que aunque el viejo hombre fue crucificado con Cristo, su raíz, la vieja naturaleza se queda hasta que tengamos el cuerpo de gloria. “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría”. Eso es un ejercicio constante que se tiene que repetir a menudo en la vida cristiana, mientras aprendemos la verdad “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha”. Juan 6:63 Se nota aquí que no estaban en Gilgal, sino en Boquim. No fueron a Gilgal; es casi como el ángel estaba esperándolos en Gilgal hasta que llegara a manifestarse que no iban. Así el ángel fue a donde estaban ellos, un lugar que llamaron depues “Boquim” o “llorar”. Jehová les consideraba en el lugar donde se encontraron.
“Cuando el ángel de Jehová habló estas palabras a todos los hijos de Israel, el pueblo alzó su voz y lloró. Y llamaron el nombre de aquel lugar Boquim, y ofrecieron allí sacrificios a Jehová”. Lloraban porque sintieron su caída, se dieron cuenta de la verdad de lo que el ángel dijo “No los echaré de delante de vosotros, sino que serán azotes para vuestros costados, y sus dioses os serán tropezadero”. Acaso entendían que la muerte de Josué y los ancianos que era de su época marcaba un distanciamiento que no iba a ser curado y por eso lloraron. “Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel”. Aunque estos versículos vienen después, se entiende que pasaban antes. Su problema era que no conocían a Jehová ni sus obras.
Yo no creo que era problema de ignorancia de su historia y las obras de Jehová. Era una falta de fe en Jehová Dios de Israel.
Vemos entonces que nunca iban a tener el poder que antes tenían. Seguro que Jehová iba a levantar líderes, jueces eran llamados, y los iban a salvar de sus enemigos. Pero sus victorias iban a ser incompletos y menos maravillosas que las victorias mencionadas en el libro de Josué. Se me ocurre que nosotros también vivimos en días de mucha debilidad e incredulidad aun entre el pueblo de Dios. Los carismáticos profesan tener el poder de los días de pentecostés y de los apóstoles. Dicen que manifiestan este poder hablando en lenguas y haciendo curaciones y milagros. Pero es una profesión vana, pues no nos conviene profesar un poder que ya no nos pertenece.
Las lágrimas de Boquim de todos modos eran buenas. Acaso era un arrepentimiento superficial y no muy profundo, pero era arrepentimiento de todos modos. Como en los tiempos del último juez Samuel, el arrepentimiento breve tenía buenas consecuencias. “Toda la casa de Israel lamentaba en pos de Jehová … . Y Samuel dijo: Reunid a todo Israel en Mizpa, y yo oraré por vosotros a Jehová. Y se reunieron en Mizpa, y sacaron agua, y la derramaron delante de Jehová, y ayunaron aquel día, y dijeron allí: Contra Jehová hemos pecado. Y Samuel tomó un cordero de leche y lo sacrificó entero en holocausto a Jehová; y clamó Samuel a Jehová por Israel, y Jehová le oyó. Y aconteció que mientras Samuel sacrificaba el holocausto, los filisteos llegaron para pelear con los hijos de Israel. Mas Jehová tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos, y los atemorizó, y fueron vencidos delante de Israel”. 1 Samuel 7:2-11
En nuestros días notamos que los líderes que ministran la palabra son cada vez menos y nuestro estado espiritual es cada vez más decaído. Pero hay siempre la promesa de Dios “yo honraré a los que me honran”. 1 Samuel 2:30
14 enero de 2018